Una estadounidense se encontró de repente con las Dunas de Concón. Gozó como cabra chica y después se enteró que capaz que las dunas desaparezcan. La historia de Katie acá.
En la tarde de un domingo reciente, cruelmente pasé por alto los llantos de mi auto de alquiler. Como si estuviera en su primera semana de “Cuestión del Peso”, el auto rogaba perder a uno de los cinco extranjeros dentro suyo. Desesperadamente trataba de subir las calles empinadas de Viña del Mar, Chile. Los pasajeros tarareaban reggaetón en el altavoz en el asiento trasero. El auto pasó a tercera y cruzó victoriosamente a la carretera de Edmundo Eluchans.
Un discusión amistosa aunque acalorada sobre hacia dónde ir se detuvo de repente, tan pronto como vimos algo que parecía el hormiguero mas grande del mundo. Veíamos dos montañas de arena, con puntitos en movimiento, que miraban hacia los rascacielos en la distancia y hacia el mar.
Deseando aventura, la muestra estilo Naciones Unidas en nuestro auto giró a la izquierda en un estacionamiento lleno de “eventos”. Pagamos 500 pesos para las tablas para sunboard, y comenzamos la intensa subida a la cima de la “duna mayor.”
Grupos de “surfistas de arena”, con sonrisas contagiosas, inhalaban el aire polvoriento y salado. Ellos admiraban el horizonte y parecían reyes del cerro.
Sin instructiones de cómo operar una tabla de sandboard, pero con confianza juvenil, lancé mi cartera a mi hombro izquierdo, respiré hondo, y me deslicé hacia el mar. Mi tabla empujó por sobre de la arena, mientras mis piernas tambaleaban. A pesar de mi emoción gracias a la experiencia nueva, me ponía nerviosa el aumento de la velocidad.
Abruptamente corté mi camino, y volé por el aire. Aterricé enredando mis extremidades y formando una nube de arena. Me quité el polvo del hombro, le dí una mirada triunfante a mi amigo francés, y de nuevo me lancé a la pista.
Las dunas han otorgado tiempo de diversión para toda de la familia por más de 15,000 años. Entre plantas y animales tienen más de 250 especies, más que cualquier otra duna de Chile. El año 2006 fue declarada como Santuario de la Naturaleza por el Consejo de Monumentos Nacionales. La más pequeña de las dunas está incluida en este santuario, pero la duna mayor se quedó fuera dada su “insuficiente” biodiversidad.
Ahora la duna mayor se enfrenta a la guillotina.
Reconsa, una empresa de construcción de Chile, es dueña de la duna mayor. Inmobiliaria Montemar presentó planes para reemplazarla por 11 edificios que no sólo aplastarían la duna mayor, si no que además rodearía la otra duna con una valla de concreto.
Quitar la duna más grande podría poner a la zona protegida en peligro. Bebé Henríquez, responsable de asuntos ambientales de la Municipalidad, dijo a El Mercurio que la duna mayor puede estar actuando como una "pantalla bioclimática", que influye los vientos y la humedad de la reserva.
La comunidad ha creado una amplia red a través de múltiples sitios sociales - Twiiter, Facebook, y un Blog - formando una organización llamada Duna Libre.
La organización llama a la gente a que "en conjunto colaboremos en soluciones viables para la preservación de este espacio silvestre."
La nivelación de las dunas podría tener un impacto no deseado en el turismo.
El New York Times nombró a Santiago como el lugar que el mundo debería visitar en 2011. El encanto de Santiago llega más allá de la propia ciudad, incluyendo los alrededores de Santiago. La tendencia hacia el eco-turismo, turismo de aventura, y la construcción ecológica se ajusta a Santiago y las regiones colindantes como un guante. Para desarrollar la industria del turismo, Chile necesita preservar y cuidar los lugares de excursión y las actividades de aventura que contribuyen a la singularidad del espacio. Aplanar la duna mayor puede significar la pérdida de mucho del sabor de Concón, privando a los vecinos de una parte icónica de la ciudad y diluiría el conjunto de atracciones vibrantes que hay en Chile.
Fuente: martutino.cl
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